~~El día de ayer~~
Ayer fue un día... más que completísimo. Jugué un juego loco conmigo misma. Ayer me acordé de cómo era, de lo maravilloso que era ser yo, de la facilidad que tenía para conocer, desconocer y hacer.
Me junté con mi amiga Gaby en la casa de Rita. Fuimos a caminar por una plaza y a ver ropa. Volví a mis quince años. A Gesell, a las vacaciones del mundo real. Compré libros y me reconocí a los diecisiete, cuando los libros eran parte esencial de mi vida. Cuando lo único que me hacía conciliar el sueño era la esperanza de encontrar una persona que haya leido el libro que acababa de leer para comentarlo y recapacitar. Compré una remera y me ví a los 16, buscando cualquier excusa para mostrar mis gustos musicales, mis pasiones y mis mejores intentos.
Volvimos a lo de Rita y en su departamento había niñas vestidas de payasos a la moda. Reí como no recordaba hacerlo, y me ví en ellas a los trece cuando yo también me disfrazaba a la moda y trataba con todas mis ansias ser reconocida. Decidimos nosotras (Ga y yo) hacer también el ridículo y jugamos a la casita para volver a los precoces cinco. Me puse peluca también, y la gente me decía que me quedaba bien. Supongo que eso no fue un recuerdo del pasado, sino un recuerdo del deseo. Muy difícil como para explicar.
Una vez que las niñas empezaron a ponerse odiosas, nos alejamos para bailar, escuchar música y charlar de cosas algo menos superficiales. Pude cantar. Recuperé mi voz y esa fue una de las cuatro cosas más importantes que me pasaron ayer. Había perdido la capacidad de cantar en público a los diez años y volvió junto con las ganas de bailar, sentir la música y el arte. Estabamos entonces escuchando música, charlando y cantando con Ga, Cristina (una extraña que de repente me cayó bien), esporádicamente Rita y un extraño. Pasamos mucho tiempo así, mientras yo iba y venía de ciertos lapsus musicales, paranoicos, sexópatas y de sensaciones bizarras.
En cierto momento hubo también una oportunidad de ser agresivamente sincera, cosa que no era desde los 17 ó 16. De esa manera me sentí de vuelta en mí misma. Ya empezaba a notar que ese día iba a ser definitorio. Con esto cuento mi segundo momento más importante entre los momentos que pasé ayer. Volver a ser ácida, agresiva y sincera me hizo poderosa de vuelta, me reconocí a mí misma haciendo cosas que yo hacía cuando era como quería ser.
Más música, lapsus varios y charlas poco interesantes (y un episodio tenebroso y ridículo que tal vez sea escrito en otro post) pasaron hasta que Ga decidió que no iba a soportar otro flash, otra canción reproducida en celular, otro chillido histérico de las niñas disfrazadas (o disfrasadas?) y terminó gentilmente con la reunión lolita, quedandonos solas en el departamento Gaby, Rita y yo.
Luego de limpiar y ordenar, tuvimos una conversación que fue el punto cúlmine del día. Hablamos de amores novelescos y felices y tristes. Hablamos de alguna que otra fustración y de política. Hablamos de temas existenciales. Temas existenciales. Había olvidado lo maravilloso que era conversar sobre esos temas. No hablamos mucho, pero lo poco que hablamos me bastó para sentirlo: para sentir el alma volver a mi cuerpo al fin, para volver a los tiempos de Sebastián y Enrra, de misticismo e intuición, los tiempos de maravillas reveladas. Esos que no pasaron hace mucho tiempo, pero por razones que creo saber eran más que lejanos. Ga y Rita fueron parte de eso. Y gracias a ese momento de iluminación, tristeza y desesperación volví a mí por quien-sabe-qué vez. Tal vez fue la tercera vez, o la segunda, o la primera... incluso por qué no la única vez. Pero volví a mí. Y ese es el tercer momento crucial en el día de ayer.
Con esto ellas se volvieron mis maestros y mis compañeras. Tuvieron una participación inevitable e importantísima en esto loco que me pasó. Por lo tanto, quieran o no se volvieron pilares de mí. En eso consiste el cuarto y último momento especial del día de ayer. Ahora cuento cerca mío a más gente. Más gente siendo parte de mí. Cuando lo noté... las ví. Fue loco y no espero que alguien lo comprenda. Pero ellas ya no eran Ga y Rita sino, tal vez, una obra de arte. Al principio fue chocante verlas -no en un sentido figurado sino sensorialmente- como pinturas de ellas mismas, con más contrastes y colores saturados. Pero extraño como fue, sé que no fue una jugarreta de mis ojos o mi mente: ellas cambiaron en mi concepción. Ellas son algo diferente ahora.
Ayer fui niña, adolescente y mujer. Ayer fui artista, científica, madre y bruja. Ayer canté, bailé, reí, jugué, hablé como no hacía hace un año, dos años, diez o tal vez mil. Insisto en que fue un día completísimo. Inolvidable.
--Lu--
Me junté con mi amiga Gaby en la casa de Rita. Fuimos a caminar por una plaza y a ver ropa. Volví a mis quince años. A Gesell, a las vacaciones del mundo real. Compré libros y me reconocí a los diecisiete, cuando los libros eran parte esencial de mi vida. Cuando lo único que me hacía conciliar el sueño era la esperanza de encontrar una persona que haya leido el libro que acababa de leer para comentarlo y recapacitar. Compré una remera y me ví a los 16, buscando cualquier excusa para mostrar mis gustos musicales, mis pasiones y mis mejores intentos.
Volvimos a lo de Rita y en su departamento había niñas vestidas de payasos a la moda. Reí como no recordaba hacerlo, y me ví en ellas a los trece cuando yo también me disfrazaba a la moda y trataba con todas mis ansias ser reconocida. Decidimos nosotras (Ga y yo) hacer también el ridículo y jugamos a la casita para volver a los precoces cinco. Me puse peluca también, y la gente me decía que me quedaba bien. Supongo que eso no fue un recuerdo del pasado, sino un recuerdo del deseo. Muy difícil como para explicar.
Una vez que las niñas empezaron a ponerse odiosas, nos alejamos para bailar, escuchar música y charlar de cosas algo menos superficiales. Pude cantar. Recuperé mi voz y esa fue una de las cuatro cosas más importantes que me pasaron ayer. Había perdido la capacidad de cantar en público a los diez años y volvió junto con las ganas de bailar, sentir la música y el arte. Estabamos entonces escuchando música, charlando y cantando con Ga, Cristina (una extraña que de repente me cayó bien), esporádicamente Rita y un extraño. Pasamos mucho tiempo así, mientras yo iba y venía de ciertos lapsus musicales, paranoicos, sexópatas y de sensaciones bizarras.
En cierto momento hubo también una oportunidad de ser agresivamente sincera, cosa que no era desde los 17 ó 16. De esa manera me sentí de vuelta en mí misma. Ya empezaba a notar que ese día iba a ser definitorio. Con esto cuento mi segundo momento más importante entre los momentos que pasé ayer. Volver a ser ácida, agresiva y sincera me hizo poderosa de vuelta, me reconocí a mí misma haciendo cosas que yo hacía cuando era como quería ser.
Más música, lapsus varios y charlas poco interesantes (y un episodio tenebroso y ridículo que tal vez sea escrito en otro post) pasaron hasta que Ga decidió que no iba a soportar otro flash, otra canción reproducida en celular, otro chillido histérico de las niñas disfrazadas (o disfrasadas?) y terminó gentilmente con la reunión lolita, quedandonos solas en el departamento Gaby, Rita y yo.
Luego de limpiar y ordenar, tuvimos una conversación que fue el punto cúlmine del día. Hablamos de amores novelescos y felices y tristes. Hablamos de alguna que otra fustración y de política. Hablamos de temas existenciales. Temas existenciales. Había olvidado lo maravilloso que era conversar sobre esos temas. No hablamos mucho, pero lo poco que hablamos me bastó para sentirlo: para sentir el alma volver a mi cuerpo al fin, para volver a los tiempos de Sebastián y Enrra, de misticismo e intuición, los tiempos de maravillas reveladas. Esos que no pasaron hace mucho tiempo, pero por razones que creo saber eran más que lejanos. Ga y Rita fueron parte de eso. Y gracias a ese momento de iluminación, tristeza y desesperación volví a mí por quien-sabe-qué vez. Tal vez fue la tercera vez, o la segunda, o la primera... incluso por qué no la única vez. Pero volví a mí. Y ese es el tercer momento crucial en el día de ayer.
Con esto ellas se volvieron mis maestros y mis compañeras. Tuvieron una participación inevitable e importantísima en esto loco que me pasó. Por lo tanto, quieran o no se volvieron pilares de mí. En eso consiste el cuarto y último momento especial del día de ayer. Ahora cuento cerca mío a más gente. Más gente siendo parte de mí. Cuando lo noté... las ví. Fue loco y no espero que alguien lo comprenda. Pero ellas ya no eran Ga y Rita sino, tal vez, una obra de arte. Al principio fue chocante verlas -no en un sentido figurado sino sensorialmente- como pinturas de ellas mismas, con más contrastes y colores saturados. Pero extraño como fue, sé que no fue una jugarreta de mis ojos o mi mente: ellas cambiaron en mi concepción. Ellas son algo diferente ahora.
Ayer fui niña, adolescente y mujer. Ayer fui artista, científica, madre y bruja. Ayer canté, bailé, reí, jugué, hablé como no hacía hace un año, dos años, diez o tal vez mil. Insisto en que fue un día completísimo. Inolvidable.
--Lu--
1 Comments:
Eso que viste habrán sido las formas como verdaderamente son.
No estoy complétamente seguro pero sé que algo de eso hay.
Para mí sos un fuego azul.
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