Sunday, August 14, 2011

La ciudad

Y yo te escribo también desde tan lejos que es casi inconcebible, como si la tierra se levantara como pared, abriendo una puerta tan fina a través de la nube de cables y satélites, pero en definitiva una pared tan grande separando las sensaciones y los sonidos. Acabo de volver de fumar un cigarrillo en la puerta del hotel -cualquier otro lugar está terminantemente prohibido- y un indigente negro y sordo se acercó a hablar conmigo. Como te podrás imaginar, hablar con palabras fue imposible, con su inglés incomprensible y nuestros oídos incompetentes. Nos paramos uno al lado del otro, a contemplar por unos minutos, la calle, la gente, las luces, el todo.
Apuré mi cigarrillo y le dejé los que tenía encima. Creo que nos conectamos muy bien. Fue especial hablar con él, lenta y densamente, y conectar finalmente con un local.

Hay muchas personas en situación de calle en San Francisco, todos pidiendo monedas o simplemente estando ahí. Sin embargo, les noto una alegría particular, una locura tan específica que no sabría explicarte de ninguna manera. La ciudad es emblemática por sus indigentes, todos ellos locos, todos ellos especiales. El mito dice que se cerraron los manicomios y los locos simplemente quedaron en las calles y aprendieron a existir allí.

La primera noche que estuvimos acá, un indigente nos acompañó media cuadra, cantando en voz alta. Ezequiel le hacía los coros. Al final de la canción, el negro dijo 'I was so good that I am going to pay myself one dollar' y sacó un billete de su bolsillo, tocó con él su pecho, y lo volvió a guardar.

Creo que los locos de San Francisco son las únicas personas reales de la ciudad. Realmente lo creo. No están resignados.


Mi gran depresión ya pasó, podemos comer en paz. La comida por acá es en general espantosa, no tanto por la grasa sino por los condimentos. Acá hay tantas razas diferentes que la idea de nacionalidad suena completamente absurda. Chinos, japoneses, latinos, indios, negros, blancos, todos los términos medios que se te ocurran... sin embargo, todos siempre american. Me cuesta entender su manera de vivir o acaso sus actitudes, siempre tan políticamente correctos con sus modos plásticos.

Y muero por contacto. Es eso lo que me vuelve loca, más que la falta de sexo: CONTACTO!


El día de hoy fue especial y hermoso. Los chicos son mucho más hermosos cuando no estoy alienada por el trabajo y su compañía de verdad es agradable. Fuimos a comprar cosas y luego al puerto, y disfrutamos mucho toda la jornada. Me gusta que todos nos dejemos existir sin pisarnos pero acompañándonos, en silencio o con charlas livianas, siempre avanzando o esperando a quien se demoró sacando una foto o mirando una vidriera.
Sólo uno de los chicos no entiende este trato implícito básico de convivencia, y habla constantemente y se hace el gracioso y es básicamente un gil. No lo juzgo realmente, no es ningún boludo y su mirada es tan fuerte que claramente sabe manipular.


Eso es un poco mi San Francisco. Te la muestro desde unos ojos que extrañan la simpleza de los paisajes conocidos y que quedaron rojos de tanto llorar y buscar algo que valga la pena en la ciudad. Rojos de buscar un poco de autenticidad en toda esa cosa rara que es el centro de la ciudad. Pero habiendo encontrado la autenticidad en la locura más indigente y sorda, puedo finalmente invitarte a ver. Me sobra amor, porque no hay nadie acá que parezca quererlo. Salvo el negro que, claro, tuvo la perfecta idea de quedarse cerca mío a contemplar.



Te amo, desde el siempre, desde el lejos.

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