el momento
No hablo de una noche cerrada, oscura. Hablo de la noche temprana, la noche permitida: ese instante antes de la hora de dormir reglamentaria para cada ser. Esa es la noche de la que hablo. En realidad, no tiene por qué ser de noche si bien te place para hacerte la imagen mental: podríamos hablar del momento anterior a la hora de la siesta y hablaríamos entonces del mismo momento comunitario de soledad cargada.
Hay silencio y quietud pero se siente todavía el calor de las actividades, la gente todavía osa moverse y caminar por la calle, preferentemente acompañada ya sea por otra persona o por algún compañero del resto del reino animal.
¿Qué te puedo decir? Vivo en una época en la que el miedo es mediático y casi obligatorio, y las sonrisas sugieren sólo segundos sentidos o malas intenciones. Quienes salen a estas horas a caminar por la ciudad son 'los inconscientes', o en el mejor de los casos quienes no tienen otra opción.
Las luces son tenues y los ruidos se escuchan fuertes pero mitigados por los últimos rumores de la actividad nocturna tras ventanas. Entre ellos, mi música y yo.
Camino con la cabeza alta y los hombros separados, paso firme y mirada perdida. Por un instante creí prudente estar atenta a las sombras cerca de mis pies, que podrían advertir otros transeúntes a cinco o tal vez seis metros de distancia, caminando atrás mío. Luego recordé que esa era otra de las tácticas bien sembradas en mi cabeza para prevenir calamidades.
El miedo de mi familia me canceló plazas de niñez, calles de adolescencia, amistades de por vida. No los culpo, ellos eligieron creer lo que quisieron creer, y vivir -y hacerme vivir- bajo ello.
Pero el miedo no es lo que quería decir. No en esto.
Quería decir que si hay un tiempo en el tiempo, y si existe acaso un momento entre otros, podría decir que éste es el momento más intrínsecamente mío. No la hora ni el espacio, pero todo lo que es una Buenos Aires de noche, en un barrio tranquilo, en un viaje de bondi diciendo buenas noches al conductor.
Éste momento es mío. La sonrisa dedicada a la pasajera constipada, el pensar sobre por qué y bajo qué circunstancias leo gente. El mover la cabeza y el pie en una convulsión al ritmo de la música de turno en mi portátil.
El momento en que mi casa es de nadie, o quizás del perro somnoliento. Pero este momento es mío sólo si yo vengo de la calle, salpicada del olor de la basura siendo movida y las persianas bajas y el colectivo que podría haber tardado pero llegó de toque.
Éste es el momento en el que mi cabeza está más erguida, mi orgullo está más expandido. Y el mundo me regala su frescura y yo a él mi alegría.
2 Comments:
He encontrado tu blog y la verdad que me he enganchado a tus textos. Tienen un punto de vista que no se suele ver y que a la vez hace que sea una cocaina sana.
Saludos :)
Encontre tu blog por casualidad, y me encanta leer tus textos, tu forma de entender los conceptos de la vida, y hacer que la gente que lea tu blog tambien pueda verlo como tu lo bes.
saludoos =D
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