ese coche
Creo que la historia empezaba antes de ver ese coche, pero por alguna razón, el coche absorvió mi atención tan intensamente que, por momentos, no hubo ni adelante ni atrás. La muerte es una cosa simple, tan simple que tal vez hubo que complejizarla un poco para que encajara en el entorno de la vida. Porque la vida sí que es compleja y maravillosa, la muerte es simplemente un instante y nada más y esa es la simpleza del asunto, sin antes ni después porque qué-sentido-tiene-despertar-a-los-muertos.
Caminaba por mi mundo de colores y de sol novedoso y me crucé con este coche fúnebre con flores y cajón y quién sabe qué persona solía habitar el cuerpo que era movido justo en frente mío pero puedo decir algo con suficiente certeza de bruja. No había nada de pena en todo ello. Ni en el coche, ni en los autos al rededor, por ningún lado sentí ese agujero de angustia que se forma en el pecho de las personas. Fue tan novedoso, tan simple, tan extraño... podría decir que perturbó mi parte más analítica, acostumbrada a tejer conclusiones astutas y elaboradas.
Hay algo decisivo sucediendo estos días. Claro que también complejizamos el destino y el viento y el arcoíris y oh, tantas simplezas complejizamos Dios-sabe-por-qué. Complejo o no, qué hacía ese coche fúnebre sin la pena de los muertos en vida?
La historia empezaba antes, creo, pero ya no sé qué historia era porque algo se abrió en mí en ese momento y en muchos otros más. Siempre hay más para aprender, y siempre hay más para crear. Y esa cosa nueva que se abrió es como la cosa que no es dualidad, y está más allá. Manejo fechas y números y dinero y ofertas laborales. Enseño pequeñas cosas sobre música y puedo leer pertituras. Mi padre se da el gusto de darme dinero 'para que me divierta'.
¿Y qué si hay otra cosa, más allá del todo y la nada y el caos, lejos de las definiciones de cualquier lenguaje existente?
Algo nuevo y más puro, más simple, más completo.
Huele a unidad y no sé
todavía no sé cómo se llama.
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