Caminar por Florida

Caminar por Florida es reconfortante. Es como caminar por toda Buenos Aires pero en una sola calle. Necesitaba un poco de aire. Hoy abrazo la pésima coherencia temporal de papicarlos. En Florida hay arte y turistas y colores y miseria y oficinistas y aprovechados y gangas y sonrisas y miradas. Y mis ojos disfrutan posarse en algún extraño, tener un contacto y luego permanecer inmóviles y perder la cara cuando les place. Me dieron una muestra de un perfume: casi lo olvido. Amor de Paula Cahen D'Anvers. Así debería oler el amor si no tuviera ya un perfume. Hoy me vestí hermosa para vos, cosa que no hago casi nunca. Y recibí una bofetada, otra más. Pero caminar por Florida es tan hermoso. Compré unos muñequitos. Baratijas sobrevaluadas. Te regalaría uno pero no voy a verte. Y no quiero buscarte. Al menos no hoy. Hoy es miércoles y es día de las miserias más duras. Si no elegís regalarme tu presencia, hoy no la voy a buscar. Mis fracasos académicos me pesan bastante. Pero me cruzé con una mujer hermosa desde Florida hasta la oficina. Una belleza jamás vista y un halo de misterio propio de El Vacío. Hay ciertos personajes en Florida, en la calle, en mi cabeza. Que son dinámicamente permanentes. Están ahí, aunque cambien de cara y de voz. El gusano ya no está. Ayer lo supe más que en cualquier otro momento. Pero la costumbre del gusano queda todavía en mi oreja izquierda. Y hay cosas que me hacen sonreir todavía, a pesar del calor y de Irina destruída y de mis fracasos académicos y de la bofetada. Pero la sonrisa está en mi boca pero no en mi cara. No en mis caras. No estoy triste ni apenada ni neurótica ni nada. Simplemente estoy y ésta existencia irrelevante no me gusta. Pero caminar por Florida es volar y disfrutar de la ciudad. Todavía me permito eso. Pero hoy... hoy es bastante fracaso para un día.