Sunday, February 14, 2010

Día del enamorado

Viene un bicho y te toca. toca primero tu aire, lo convierte zumbido y luego en ruido y luego en fastido que te atraviesa las piernas y los brazos y los tentáculos. Luego pisa tu piel y cosquillea tu vello hasta hacerlo instrumento de la más sutil tortura. Camina hasta encontrar el lugar más dulce, más satisfactorio que puede conseguir en la zona escrutada. Se detiene por un segundo, te huele, te siente. Te pica y saca lo que sea que quiera sacar de tí. Vuela impune a volverse aire, ruido, zumbido, luz, nada.

Masticás un chicle. Tu rostro baila movimientos extraños, confusos. Tus dientes torturan la masa inerte de goma y saborizante a menta, tu lengua lo mueve, esculpiéndolo contra tu paladar. El chicle recorre toda tu boca desarmándose y rearmándose en sabor y forma. Se mezcla con tu saliva pero no importa cuanto tiempo exista, jamás será saliva, siempre será chicle. Mantenés una parte de él apresada entre tu dentadura superior y otra parte con tu dentadura inferior y tu lengua ahora lo estira hacia afuera. Hacés esto con gran destreza, es nuevamente imposible para las palabras describir tu movimiento inconcientemente estudiado. Tu lenga retrocede, tu aliento avanza. Más que un globo, formás una burbuja de chicle y aliento suave y de movimiento estudiado, hasta que el aire es mucho o muy rápido y la endeble estructura revienta manchando tal vez tu rostro que bailaba antaño con movimientos extraños y confusos.

Tu mano acaricia mi cabello. Tu mano acaricia mi pelo malpeinado y quebradizo y mi pelo a su vez acaricia mi nuca y juega con mi cabello mismo. Con qué poco podés generar un cataclismo en mi cabeza: sólo una mano y ya mi pelo baila y se mueve alegre y golpetea suave contra mi nuca y mis hombros y el resto de mi cabello que no recibe el gesto y se queja celoso de que siempre elijas los mechones izquierdos y no compenses el desequilibrio.

Camino por la calle lentamente, escucho música con una sonrisa y cantando mudamente las canciones que sé cantar y las que no: puedo hacerlo impunemente y nadie se atreve a corregirme si canto en silencio nounimaminemebbb en vez de i still wonder down inside. Camino lentamente pero con la suficiente fuerza que le doy a mis pasos para que quien me vea entienda que no camino sólo para moverme, sino que camino porque sé que quiero caminar y que eso me hace poderosa. Y la mirada de quien pasa se posa en mí escrutadora e indecisa. Deben ser los auriculares desproporcionadamente enormes o tal vez la sonrisa de mujer que se sabe hermosa o quizás los ojos de bruja. Por ahí sólo sea el metal en la cara o mi reacia política de no usar corpiño a menos que sea necesario (generalmente -o casi nunca- lo es), tal vez simplemente sea el conjunto de incongruencias, de pequeños detalles. Sea como sea, la mirada de quien pasa se posa en mí escrutadora e indecisa. De vez en cuando desafiante. A mí me basta con devolver la mirada -a veces también regalar una sonrisa algo oscura- para que disimulen la atención en otra cosa, donde las costumbres de no mirar a extraños sean respetadas al fin.




~
Porque no importa qué día sea. Ya lo dije muchas veces. Yo pertenezco al Universo y es a él mismo a quien amo. Y es él mismo el que no importa cómo o cuándo, me ama también.

1 tuvieron la pesima idea de hacer comments

1 Comments:

Blogger LuLa! said...

Por mas vueltas que uno le termine dando al asunto, siempre va a ser chicle.

Totalmente de acuerdo =).

Me siento honrada de que tal maravilla universal sea seguidora de mi blog.

Saludos desde la computadora de enfrente,

La retardada de siempre =)

1:44 PM  

Post a Comment

<< Home