Thursday, September 11, 2008

catarsis.

Estoy hoy con un estado de ánimo algo fluctuante. Hoy mi padre terminó de confirmar lo que tiaaurelia había anticipado y mis miedos negaban aceptar. La mudanza de la oficina de la empresa de mi padre (en la que trabajo) hacia la primera habitación de mi casa sería efectiva e inminente.





y a mí se me cae bastante el ánimo porque eso implica remover mucha MUCHA mierda sentimental y mental. Todos esos años de amargura, tristeza, angustia y impotencia aparentemente están de vuelta.









les explico a los que no saben de qué hablo. Es decir, todos excepto yo y tal vez Dru, que no lee este blog. Como buena casa de arquitecto, mi casa fue remodelada. Como buena casa de mi padre, mi casa nunca se terminó.









La tortura empezó en el verano de 1999-2000. Yo tenía entonces once años. Era lo suficientemente niña como para que me tomen en cuenta y lo suficientemente grande como para darme cuenta. Al principio me engañaron o me engañé o no conocía lo suficiente a mi padre como no lo conozco ahora. yo estaba entusiasmada con que arreglen las goteras de los techos de nuestro hogar. antes sí era un hogar. una casa chorizo promedio con habitaciones enormes y hermosas y todo olía a hogar. y me entusiasmé tanto al embalar mis cosas, que en ese momento eran muchas, sin saber que no las iba a ver por muchos, muchos años. y era molesto que arrinconarnos los siete de mi familia (mi hermano-no-hermano todavía era mi hermano) en dos habitaciones junto con las cajas y dios-sabe-que-mas en pleno verano. pero yo era feliz porque no iba a escuchar mas a mi abuela quejarse por las goteras, que era de lo unico que se quejaba en aquel momento. y cuando venía la profesora particular de mis hermanos que los presionaba a estudiar para las materias que se llevaban, les teníamos que dejar la habitación con aire acondicionado a ellos y nos teníamos que quedar los cinco restantes con el pleno calor del verano en una sola habitación.









y los proyectos de lo que iba a ser mi casa cuando la obra termine cambiaban mínimo dos veces por semana. Todos entusiasmadísimos con la nueva idea de hacer tres habitaciones para mis hermanos, que en ese momento vivían juntos. Todos entusiasmadísimos con la idea de remodelar la cocina, que era muy chica para preparar la comida de siete personas. Todos entusiasmadísimos con la idea de quitar una parte del patio de baldosas que se cubría de hermosas flores de jacarandá cuando llegaba la temporada y cuando las barríamos armábamos pilas que tenían un metro de altura. Pero yo ya no estaba tan entusiasmada al respecto, me encantaba el jardín que teníamos con el jacarandá y el pino y las rosas y los helechos y la pileta poco profunda y el perro que hubo que sacrificar cuando empezó la obra. Y todos entusiasmadísimos con la idea de que mi habitacíon se separe en dos para que mi padre tenga un estudio menos yo que AMABA esa habitación y dormir con tiaaurelia y mover las cosas de lugar periódicamente porque era tan grande y tenía el techo tan alto y podía guardar todo ahí y ser feliz jugando con mi tía que compartía la habitación conmigo y a veces me dejaba juntar las camas y dormir abrazadas.









y todos los días cascotes y obreros y tierra y cal y mi tía empezó a tener una tos fea y todos los días un plan nuevo, una nueva habitación y ir a ver baldosas y azulejos y cocinas y todo ese tipo de cosas y siempre-lo-mejor todo el tiempo buscando chiches inútiles que mi padre conocía o creía conocer y los quería para casa.









y empezé las clases en una escuela nueva y me hice amigos y todos me querían mucho pero yo después tenía que volver a casa y no podía invitar amigos porque dónde-los-vas-a-meter y qué-van-a-decir. y me acuerdo que teníamos que hacernos la comida en una cocina improvisada en el medio del pasillo de entrada justo al lado del piano cubierto por un triste plástico negro. y ese puto plástico estaba por toda la puta casa cubriendo, tapando, cuidando del polvo las cosas. plástico negro inerte e insensible en todos lados. y polvo y ruido constante.









y de vez en cuando ibamos a la parte en construcción y veíamos como iba la cosa, siempre mi padre de guía turística indicandonos "ahí va a estar el baño" y "ahí va ser la habitación de julito" y esas cosas.









Como la mayoría de los proyectos pretenciosos de mi padre, todo se desvaneció. La obra se detuvo por la mitad a falta de dinero para continuarla y mi padre se fundió o casi. Agarramos nuestras pertenencias y nos mudamos a la parte medio construída de la casa. Las dos habitaciones de adelante llenas de cosas envueltas en ese maldito plástico negro que tanto odio y todo encajonado y triste en el medio del paso y el piano todavía esperando el día de ver la luz nuevamente. Y así fue como pasamos nuestros peores años económicos con todo tapado y con un techo de policarbonato que cuando hacía calor funcionaba de lupa para hormigas y cuando llovía era un ruido insoportable y cuando era de día no se podía estar de la luz. y mi abuela se quejaba todotodotodotodotodotodo el día sobre temas variados como el techo, la mugre, el desorden, la mala onda, las cosas pudriéndose en las habitaciones de adelante y dios-sabe-cuantas-otras-cosas-mas. no la culpo. ella ya no sabía cómo callarse las frustraciones y nosotros estábamos aprendiendo a dejar de escucharla.









y ya no sabían cómo ingeniarselas con el tema monetario. La debacle del 2001-2002 no era un buen escenario laboral para un arquitecto ni para nadie, y más cuando recién hacía unos meses había renunciado a la empresa constructora en la que trabajo desde-que-tengo-memoria. Hubo un tiempo en el que incluso mi tía se emprendió en la venta de masitas secas (?!), lo que terminó por volverme completamente loca. Recuerdo vívidamente una conversación telefónica con Dru, la única amiga de ese momento que hoy permanece a mi lado, hablándole de todo esto. De la casa, de la pelotudez de las masitas, de mi padre deformándose en un ser espiritualmente anémico y sonámbulo, de lo que me causaba mentalmente ir a un colegio de niños ricos cuando yo no tenía un peso y los veía comprandose boludeces en el quiosco y yo no podía hacer lo mismo porque la-comida-no-me-falta-pero-no-hay-para-tirar-manteca-al-techo y de como mientras yo pedía dos o diez pesos para comprarme alguna cosa mi padre tenía un atado de cigarrillos al lado y tenía el descaro de negarse ante el discurso de no-tengo-plata y ella escuchandome en toda esta confesión del alma y sin creer poder hacer mucho por mí pero esa fue una vez que siempre voy a acordarme que estuvo conmigo y me dejó simplemente largar la mierda que tenía encima. y yo ya no me acuerdo por todas las habitaciones que pasé cada vez que lo que solía ser mi padre creía que tenía algo de plata y se volvía a emocionar con esto de hacer la casa.









y eventualmente lo que solía ser mi padre llegó al negocio de las piletas y las cosas empezaron a mejorar y esa cosa que era mi padre cambió el puto techo de policarbonato y emprendió la tarea mil veces iniciada y mil veces detenida de reconstruir la casa pero esta vez yo ya no era una niña sino ya una adolescente con mucho rencor encima y muy pocas ganas de que me muden otra vez y me vuelvan a negar mi antaño pieza que estaba todavía llena de herramientas y tesoros familiares y ratas y polvo. tal vez no ratas. pero definitivamente tesoros familiares.









y muy en contra de mis deseos me volvieron a mudar y la rabia y la angustia y la impotencia afloraron en mí de maneras llamativas e inusuales y yo me encontraba algunas veces enfrentada a un rincón sin saber como llegaba ahí y harta por completo de preguntarmelo. y volver a dormir con tiaaurelia en ese ultimo lapso de construcción no fue tan grato como solía serlo cuando era niña, no porque en mi adolescencia le haya dado vuelta la cara a ella, sino porque estaba ahí en contra de mi voluntad y era horrible escucharlo a ese ser despreciable que era mi padre entusiasmado con la pintura y los nuevos chiches y que hay-que-elegir-el-color-de-tu-habitación y el pino se fue y el jacarandá se fue y lo que era un fabuloso jardín se volvió un charco de barro y puso una enorme parrilla tan insensible que me hacía acordar todos los días a esa parrilla modesta y simple y medio-pelo que teníamos antes y era suficiente para todos pero el quería poner-lo-mejor-de-lo-mejor. y un día me desayuné con que mi habitación sería otra. que no iba a volver a dormir nuncanuncamas en mi vieja pieza enorme con esa ventana que era imposible de abrir porque yo era muy chiquita y dos o tres días después la arrancaron de MIS PAREDES y la dejaron tirada en el patio, como una bandera que me recordaba todos los días que nada NADA iba a volver a ser mío en esta casa. y yo lloraba mucho esos días por la impotencia respecto a lo que pasaba a mi alrededor. y un día tiaaurelia me encontró llorando muy muy mal y me preguntó que me pasaba pero yo ya no podía hablar porue lloraba muy fuerte y las palabras se me perdían en la garganta y cuando pude hablar le dije que todo esto no tenía sentido y que no podía entender por que todos seguían entusiasmados con esto porque era obvio que esto nunca va a terminar y me encajan una habitación que no quiero con las paredes tristes y el techo bajo, cuando saben lo que quiero y no me escuchan no me escuchan no me escuchan y me duele tanto que todos sigan como si nada cuando me estan lastimando tanto con el ruido y la tierra y la pintura y el entusiasmo y no me escuchan cuando les digo que no quiero nada de esto que solo quiero mi espacio y poder mover los muebles de lugar y mis juguetes y mis cosas desparramados por el piso y las estanterias y jugar al telefono y a la pelota en el patio que antes no tenia escombros y eramos tan felices cuando todo era modesto y lo unico que pasaba era que los techos hacian agua y los pisos de madera crujían.









y ahora que escribo esto lloro tan fuerte que no puedo respirar y el corazón me molesta y el alma quiere simplemente olvidarse de todo esto y aun asi no lloro ni un quinto de fuerte que lloraba aquella vez en la que tiaaurelia me encontró llorando y le dije todo todo eso. y tanto más.









Y esa vez fue una de las tres oportunidades en toda mi vida en las que tiaaurelia no me sirvió de alivio ni de utilidad. pero supongo que ella entendió a lo sumo la mitad de mi angustia y las cosas en casa se aceleraron un poco. y pronto la habitación que estaba determinada para mí se terminó de pintar y me moví por última vez de habitación a la que estoy ahora, triste y fría y impersonal y TAN NO MÍA, llena de muebles que no quiero y con tan poco espacio que la mayoría de las cosas que solían ser mías terminaron en la habitación de otras personas o en el basurero por elección mía.



































y ahora esa cosa que es ahora mi padre y mi jefe decidió acotar gastos llevando la oficina a la habitación de adelante pero no se da cuenta que lo que no gasta en dinero lo pierdo yo en salud (senti)mental y me duele tener que remover toda esta mierda cuidadosamente cubierta con plástico negro.













































y no muchas cosas cambiaron desde aquel entonces. tenemos un jardín lindo con pasto traído de otro lado, sin la pileta de antaño y con una rama del jacarandá abriendose paso en una maceta demasiado pequeña como para él, y la habitación que alguna vez fue mía sigue siendo un depósito de tesoros familiares y herramientas y mugre y tristeza y frustraciones. y la primera habitación de la casa tiene también más tesoros familiares y más herramientas y más mugre y más tristeza y más frustraciones y aparte tiene una biblioteca ENORME de pared a pared que solía ser de mi abuelo que se debe estar revolcando en su tumba con toda esa fortuna escrita inaccesible a los ojos y el piano todavía esperando ver la luz.

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1 tuvieron la pesima idea de hacer comments

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Bu... just that...

2:39 AM  

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