revelación~~
Hace unos días pensaba en la siguiente comparación: El subte en hora pico es el pogo de los oficinistas.
Obviamente me encontraba en un subte en hora pico cuando se me ocurrió, y la idea fascinante que me había llegado de la nada no me dejó darme cuenta que mientras pasaba esto estaba perforando el pecho de una chica con mi codo. "Te estoy metiendo un codazo increíble, no?" le dije. "Dejá, no importa", me respondió entre risas.
Mientras me movía dos milimetros para liberar los pulmones de la anónima chica, pensaba que los pogos de oficinistas son un poco menos violentos (sólo un poco) pero más agresivos que los pogos de recital usual. Existe como un sentimiento de compasión por el dolor físico del que tenés aplastado al lado tuyo. Eventualmente las discusiones típicas afloran, generalmente involucrando a una señora histérica o a un hombre-de-olé-bajo-el-brazo. Y obviamente son inevitables, a diferencia del pogo musical del cual simplemente podés alejarte.
Pero la diferencia abismal y obvia entre el pogo y el subte es el estado de ánimo. Es raro cruzarse con una persona de mal humor en un pogo de recital, sin embargo los oficinistas no se dan cuenta que están dentro de un pogo divertido y fascinante. Sólo se quejan de que no hay lugar y cuidan que nadie-le-robe-la-billetera, pero a veces, si tenés suerte y el universo está de tu lado, sonreís y te sonríen y en esos casos sólo falta la música y las hierbas y estás en un recital feliz y contento saltando de felicidad porque no todos los oficinistas olvidaron cómo ser felices.
Obviamente me encontraba en un subte en hora pico cuando se me ocurrió, y la idea fascinante que me había llegado de la nada no me dejó darme cuenta que mientras pasaba esto estaba perforando el pecho de una chica con mi codo. "Te estoy metiendo un codazo increíble, no?" le dije. "Dejá, no importa", me respondió entre risas.
Mientras me movía dos milimetros para liberar los pulmones de la anónima chica, pensaba que los pogos de oficinistas son un poco menos violentos (sólo un poco) pero más agresivos que los pogos de recital usual. Existe como un sentimiento de compasión por el dolor físico del que tenés aplastado al lado tuyo. Eventualmente las discusiones típicas afloran, generalmente involucrando a una señora histérica o a un hombre-de-olé-bajo-el-brazo. Y obviamente son inevitables, a diferencia del pogo musical del cual simplemente podés alejarte.
Pero la diferencia abismal y obvia entre el pogo y el subte es el estado de ánimo. Es raro cruzarse con una persona de mal humor en un pogo de recital, sin embargo los oficinistas no se dan cuenta que están dentro de un pogo divertido y fascinante. Sólo se quejan de que no hay lugar y cuidan que nadie-le-robe-la-billetera, pero a veces, si tenés suerte y el universo está de tu lado, sonreís y te sonríen y en esos casos sólo falta la música y las hierbas y estás en un recital feliz y contento saltando de felicidad porque no todos los oficinistas olvidaron cómo ser felices.
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