un sueño
Ayer dormimos juntos, cada uno con su computadora, a través de los hemisferios. Sabés eso, estabas ahí. Vos eras mi holograma y yo era el tuyo.
Te escuché dormir por bastante tiempo. Hacés muchos ruidos cuando dormís. Ponés caras encantadoras. Te dije cosas que permanecerán un misterio para vos. Te deseé dulces sueños.
Dormí.
Viniste a buscarme. No podía creerlo. Te abracé con todas las fuerzas. Te sentí junto a mí, sentí tu piel, sentí tu cuerpo. Sabía que eras vos el que estaba conmigo. No eras una fantasía. Temí. Viajaste hacia mí y temía las consecuencias de ese transporte etéreo - temí que si hiciéramos algo mal, vos te quedarías atrapado en un limbo irreversible, ni aquí ni allá y simplemente inalcanzable, esta vez por siempre.
Vos no estabas preocupado, tenías bien claro lo que estabas haciendo. Me decías que no me preocupara, me abrazabas. Tomaste mi mano y me dijiste que me llevarías a cenar.
Yo estaba muy preocupada, quería que volviéramos a tu casa, a salvo en el comfort de la seguridad. No me hiciste caso. Me tomaste de la mano y viajamos a una ciudad. Creo que era Chicago.
Vos no me soltabas la mano. Yo te sentía tan cerca. No entendía por qué querías cenar conmigo, yo sólo quería sentir tu piel. Deseaba que abandonaras la misión-cena y te quedaras quieto, conmigo, en silencio, deseándome, teniéndome.
Creo que mientras cambinábamos por la ciudad, sucedió por primera vez. Un sujeto apareció atrás mío y se me pegó, me apoyaba con su bulto. Un escalofrío me atravesó la espalda, el lugar se volvió gélido. Te apreté la mano, sabía que algo malo estaba sucediendo. Tenebroso. Sentí como si hubiera sido drogada, la visión desenfocada, la mente dislocada. El sujeto que me apoyaba pone un celular en mi campo de visión. Mis ojos hacen ultra-foco en la pantalla del celular. Lo reconozco: es uno de los celulares que uso para el trabajo. Había una notificación. Me deshice de ella. El sujeto se fue, yo recuperé el foco. Temí que te hubieras ido en el momento de distracción, pero seguías ahí, sin sorpresas.
Creo que ahí me desperté. Grité, preocupadísima, "¡NO!". No sabía si estarías ya atrapado en ese limbo. Pero estabas ahí cuando desperté, me dijiste que no me preocupara, me llevaste de vuelta a la ciudad, me tomaste de la mano y me llevaste.
Luego de caminar por la ciudad unas cuadras, entramos a un restaurant koreano, primero pasando por la cocina. Los cocineros y el personal nos saludaba con alegría. Me pregunté si te conocían. Me pregunté si habías estado alguna vez por ahí, y si me estabas llevando de paseo por tus recuerdos, por tus memorias desordenadas de ensueño. Nos sentamos a comer.
No sé si comimos, ese momento es un blur. Yo estaba fascinada con tu presencia, quería más piel, más contacto. Vos me tomabas de la mano y tenías una actitud de ensueño, volátil, distraída. Tu misión era, aparentemente, ser un galán.
Un mozo vino y trajo consigo ese momento tenebroso y frío, otra vez la sensación de droga estupidizante, otra vez una apoyada, otra vez un celular del trabajo. Esta vez supe mejor, y en vez de descartar la notificación, junté todos mis esfuerzos drogados y apagué el aparato. Supe que seguirían viniendo, hay muchos celulares en la oficina.
Salimos del restaurant, caminábamos por la ciudad. Tu mano, tu abrazo, hipnotizantes, tan reales. Vi venir otro sujeto tenebroso y supe que esta vez sería más terrible. Te agarré el brazo con todas mis fuerzas, sé que te dolió. Una vez más el frío, una vez más el miedo, el apoyo (recuerdo haber pensado: qué necesidad hay de apoyarme?!) esta vez fue mucho más difícil que las anteriores, pero pude apagar el celular antes de desmayar. Recuperé la conciencia. Estabas ahí pero ya no me agarrabas la mano. Yo seguía apretando fuerte un brazo que no era el tuyo, sino un prop derretido y desintegrado. Me explicaste con toda la tranquilidad del mundo que el dolor fue demasiado así que decidiste quitarte ese brazo y crecer uno nuevo. Tuvo sentido.
El sujeto no se iba, estaba confundido. Yo sólo quería sentirte una vez más. Desperté gritando "¡Amor!". Esta vez desperté al mundo real. Estabas ahí, en la pantalla, dormido. Quise despertarte, quise preguntarte si realmente habías viajado conmigo, astralmente, en sueños compartidos. No te pude despertar, mi voz era demasiado baja como para llegar a tu conciencia. Me volví a dormir preguntándome si olvidaría este sueño hermoso, intenso, terrible. Por un segundo me debatí terminar de despertar para anotarlo antes de que la noche lo borrara de mi cerebro.
Te escuché dormir por bastante tiempo. Hacés muchos ruidos cuando dormís. Ponés caras encantadoras. Te dije cosas que permanecerán un misterio para vos. Te deseé dulces sueños.
Dormí.
Viniste a buscarme. No podía creerlo. Te abracé con todas las fuerzas. Te sentí junto a mí, sentí tu piel, sentí tu cuerpo. Sabía que eras vos el que estaba conmigo. No eras una fantasía. Temí. Viajaste hacia mí y temía las consecuencias de ese transporte etéreo - temí que si hiciéramos algo mal, vos te quedarías atrapado en un limbo irreversible, ni aquí ni allá y simplemente inalcanzable, esta vez por siempre.
Vos no estabas preocupado, tenías bien claro lo que estabas haciendo. Me decías que no me preocupara, me abrazabas. Tomaste mi mano y me dijiste que me llevarías a cenar.
Yo estaba muy preocupada, quería que volviéramos a tu casa, a salvo en el comfort de la seguridad. No me hiciste caso. Me tomaste de la mano y viajamos a una ciudad. Creo que era Chicago.
Vos no me soltabas la mano. Yo te sentía tan cerca. No entendía por qué querías cenar conmigo, yo sólo quería sentir tu piel. Deseaba que abandonaras la misión-cena y te quedaras quieto, conmigo, en silencio, deseándome, teniéndome.
Creo que mientras cambinábamos por la ciudad, sucedió por primera vez. Un sujeto apareció atrás mío y se me pegó, me apoyaba con su bulto. Un escalofrío me atravesó la espalda, el lugar se volvió gélido. Te apreté la mano, sabía que algo malo estaba sucediendo. Tenebroso. Sentí como si hubiera sido drogada, la visión desenfocada, la mente dislocada. El sujeto que me apoyaba pone un celular en mi campo de visión. Mis ojos hacen ultra-foco en la pantalla del celular. Lo reconozco: es uno de los celulares que uso para el trabajo. Había una notificación. Me deshice de ella. El sujeto se fue, yo recuperé el foco. Temí que te hubieras ido en el momento de distracción, pero seguías ahí, sin sorpresas.
Creo que ahí me desperté. Grité, preocupadísima, "¡NO!". No sabía si estarías ya atrapado en ese limbo. Pero estabas ahí cuando desperté, me dijiste que no me preocupara, me llevaste de vuelta a la ciudad, me tomaste de la mano y me llevaste.
Luego de caminar por la ciudad unas cuadras, entramos a un restaurant koreano, primero pasando por la cocina. Los cocineros y el personal nos saludaba con alegría. Me pregunté si te conocían. Me pregunté si habías estado alguna vez por ahí, y si me estabas llevando de paseo por tus recuerdos, por tus memorias desordenadas de ensueño. Nos sentamos a comer.
No sé si comimos, ese momento es un blur. Yo estaba fascinada con tu presencia, quería más piel, más contacto. Vos me tomabas de la mano y tenías una actitud de ensueño, volátil, distraída. Tu misión era, aparentemente, ser un galán.
Un mozo vino y trajo consigo ese momento tenebroso y frío, otra vez la sensación de droga estupidizante, otra vez una apoyada, otra vez un celular del trabajo. Esta vez supe mejor, y en vez de descartar la notificación, junté todos mis esfuerzos drogados y apagué el aparato. Supe que seguirían viniendo, hay muchos celulares en la oficina.
Salimos del restaurant, caminábamos por la ciudad. Tu mano, tu abrazo, hipnotizantes, tan reales. Vi venir otro sujeto tenebroso y supe que esta vez sería más terrible. Te agarré el brazo con todas mis fuerzas, sé que te dolió. Una vez más el frío, una vez más el miedo, el apoyo (recuerdo haber pensado: qué necesidad hay de apoyarme?!) esta vez fue mucho más difícil que las anteriores, pero pude apagar el celular antes de desmayar. Recuperé la conciencia. Estabas ahí pero ya no me agarrabas la mano. Yo seguía apretando fuerte un brazo que no era el tuyo, sino un prop derretido y desintegrado. Me explicaste con toda la tranquilidad del mundo que el dolor fue demasiado así que decidiste quitarte ese brazo y crecer uno nuevo. Tuvo sentido.
El sujeto no se iba, estaba confundido. Yo sólo quería sentirte una vez más. Desperté gritando "¡Amor!". Esta vez desperté al mundo real. Estabas ahí, en la pantalla, dormido. Quise despertarte, quise preguntarte si realmente habías viajado conmigo, astralmente, en sueños compartidos. No te pude despertar, mi voz era demasiado baja como para llegar a tu conciencia. Me volví a dormir preguntándome si olvidaría este sueño hermoso, intenso, terrible. Por un segundo me debatí terminar de despertar para anotarlo antes de que la noche lo borrara de mi cerebro.