Tuesday, January 26, 2010

esa cosa

de hoy que fue un día bastante divertido...

dormir de más y regalar un dulce.

la mierda trae más mierda, así que

jugando un poco más a esto

completando los vacíos cuando queda un aliento

Tal vez me gusta demasiado soñar,

pero, qué puedo hacer si me busco siempre brillante,

de todo eso sé que puedo cumplir con mis expectativas.

no me molesta extenderme o limitarme,

mientras entretanto haya un pequeño detalle esperandome.

entonces brindo por las conclusiones

y para la mirada de Quienes Saben Mirar,

los que ven entenderán tal vez

el gran regalo de una sonrisa verdadera,

y la calma después del agotamiento.

0 tuvieron la pesima idea de hacer comments

Friday, January 15, 2010

Payaso gentil

Me gusta verte cocinar lo que siempre nos cocinás, sacarte las milanesas del freezer y preguntarte siempre qué cantidad deseás hacer. Disfruto verte dar vuelta las papas solemnemente, una por una, con plena atención. Abrazo el momento en que exclamás lo feliz que te hace cenar sin televisión, y luego mencionás que comer con música es genial. Te observo separar las papas, preguntar si las porciones están parejas, emito mi juicio y translado las papas que desequilibran la equidad de nuestros platos. Nuestro ritual admite una variante, sin embargo: podemos tener dos saleros o uno solo, pero en cualquiera de los dos casos vos salás tu comida primero, mientras yo sirvo las bebidas -primero mi vaso, luego el tuyo-.
He encontrado el placer mayor al poder levantar la mesa silenciosamente, sabiendo con exactitud el lugar de cada elemento utilizado en el ritual alimenticio. Hago esto a oscuras, con la mínima cantidad de ruido, como si fuese mi misión evitar despertar a algún monstruo durmiente.
Creo que no existe otra persona en este mundo que note tanto todos esos pequeños regalos que te hago, gestos atentos pero desinteresados del día a día. Sé que sabés que te dejo el asiento de la ventana no porque yo no lo quiera, sino porque vos lo querés, y que también sabés que yo cargo con tus bolsas porque simplemente sé que vos no disfrutás hacerlo. Todas estas cosas no son rutinas, y es por eso mismo que no me pesa prenderte el cigarrillo cuando asumí que querías fumar uno. Veo tu atención en mi gesto, tu agradecimiento tácito, tu sonrisa infantil.
Y sé que sería estúpido no cumplirte un capricho, si ese es el premio que recibo a cambio.

0 tuvieron la pesima idea de hacer comments

Monday, January 11, 2010

Ese adiós particular

definitivamente me entristece mucho perder tu tácita presencia diaria, las conversaciones perfectamente irrelevantes. los momentos de alegría.
qué triste el prospecto de no volver a tener eso con vos jamás, con lo mucho que me divertía hablar de diarios íntimos.

parece que esta leve tristeza lleva los colores de la tierra. Es loco tener que despedir a alguien de la familia.

0 tuvieron la pesima idea de hacer comments

Thursday, January 07, 2010

Esa cosa que rumiaba

Estaba pensando en qué escribirte cuando se me estremeció el noveno estómago. No fue un estremecimiento violento ni doloroso, fue algo más parecido a un cosquilleo seguido de un pequeño sonido de alerta, que habría sido como el de mensaje entrante de ICQ si mi noveno estómago pudiese hacer sonidos -o acaso yo fuera capaz de oírlos-.
Ahora recuerdo que nunca me ocupé de hablar puntualmente de mis estómagos. El concepto de su existencia apareció cuando yo escribía mi -nuestro- libro, y en aquel momento el mero hecho de mencionarlos fue suficiente para que vivieran en mí y se explicaran solos, al menos en mi esctructura de duendes, existencia, monstruos, colores y Universo.
Claro que vos no leiste mi libro y nadie lee mi mente -tal vez ella, pero hablar de ella no es el punto hoy-, aunque esa no sería razón suficiente para golpear las teclas de mi teclado en intención de explicación o descripción de mi sistema digestivo casi rumiante. No escribo entonces sobre mis estómagos para que vos los comprendas, sino porque en estos momentos sólo puedo escribir explicaciones y cosas semi entendibles, lejos de los maravillosos vómitos de antaño.
Jamás me entero antes de tiempo qué pasto estoy comiendo, dónde lo encuentro o cómo sabe. Todas -o algunas, depende el caso- estas cosas llegan luego de ser procesadas en algún estómago, rumiadas un rato, semi-vomitadas, movidas a algún otro estómago, en fin: eventualmente me entero por medio del resultado, qué pasto comí y qué cosa logré de él.
Cuento con probablemente nueve estómagos, aunque a veces son once o trece o seis, depende el día y sus ganas de aparecer en mi tórax. Usualmente, los estómagos de orden par son para los pastos tristes, aburridos o frustrantes, y los impares para los forrajes iluminadores, emocionantes y hermosos. Los estómagos de menor órden son los más ruidosos (o, mejor dicho, que más se hacen escuchar) y bajan en volumen mientras se alejan del primer estómago.
Suficiente con los estómagos: volviendo al tema del que quería hablar al principio, pensaba en qué escribirte cuando mi noveno estómago (creo que hoy es el anteúltimo) se estremeció suavemente y me devolvió un pasto semidigerido. Antes de eso yo lidiaba con pastos del tercer y segundo estómago. En el segundo rondaban los pastos concernientes a las penas que me aquejan actualmente -entre ellas, la cuestión de que venía con ganas de escribirte algo y siempre encontraba resistencia inspiracional- y en el tercer estómago el libro que me regalaste y su brillante discurso sobre el hurón. Tanto el primer estómago como los existentes entre el cuarto y el octavo, no tenían nada para traer a la discusión digestiva, ya sea por falta de pasto o falta de proceso.
Llegó entonces la materia semidigerida de mi noveno estómago en forma de pregunta invitadora: Lu, ¿En qué sos realmente buena? ¿Qué cosa sos verdaderamente capaz de hacer con suficiente calidad?
Conociendo mis estándares de calidad, supe que era una pregunta difícil de responder, si es que acaso existiera la respuesta. Soy ridículamente perfeccionista, y podés confirmar esto con cualquier persona que haya tenido el (des)agrado de trabajar conmigo. El segundo estómago se ocupó de traer su puta paridad diciendo que, definitivamente, no soy buena escribiendo. Ya te dije que mis estómagos pares suelen ser bastante insistentes con su pasto frustrante y desalentador. Pasó por mi cabeza la música, y luego la respuesta de que no soy buena en eso tampoco. Volví a mi viejo amor de las matemáticas, y caí automáticamente en cuenta de que soy pésima con ellas. Me propuse las manualidades, la creatividad, el entretenimiento, el razonamiento, el baile, la actuación, la observación, el estudio, la capacidad de amar; todas y cada una de las potenciales respuestas fueron rápidamente descartadas.
En algún otro contexto, quizás esto pueda ser el discurso de un adolescente depresivo que se cree un bueno-para-nada. Pero sé que soy muy hábil en todas las cosas anteriormente mencionadas, sólo que siempre me falta paciencia, iniciativa o interés para volverme realmente buena en alguna de ellas.
Todo esto para llegar a una conclusión que me dejó bastante safisfecha, y pude al fin abandonar el campo de pastoreo para poder escribir todo esto. La conclusión ganadora fue que soy realmente buena en no dominar ningún arte. La falta de enfoque lleva al panorama, y si acaso hubiese tenido la voluntad de perfeccionarme en alguna de las mil cosas en las que soy relativamente buena, habría perdido la capacidad de conocer el paisaje de otra. Llego entonces a ser relativamente buena en la música, las matemáticas, las manualidades, el razonamiento, la observación, todas esas cosas que ya dije y algunas otras cosas que me guardo de decir, porque sé que eso determina que sea una freak en vez de una simple ñoña. Puedo con cada una de ellas jugar a gusto, encontrar una maravilla, explotarla, interesarme, desinteresarme, aburrirme, seguir con otra cuestión. Supongo que podría nombrarlo, de alguna manera, como mi obsesión por no obsesionarme.

Labels:

0 tuvieron la pesima idea de hacer comments

Sunday, January 03, 2010

Saboreando lo saborioso


Pensaba en escribirte algo pero recuerdo que no tengo tu dirección aunque podría conseguirla fácilmente pero eso ya no es justo. Quería contarte cómo se ve un poco el mundo de Desde acá, cómo el mundo me acaricia entre Tool y Placebo -su voz mientras, me dice, ¿por qué la gente se plantea el matar pero no el dar vida a lo que no debe nacer?- quisiera alguna vez invitarte a estos tés intelectualoides que no tienen té ni intelecto, entre Ga y yo. Me gustaría que entiendas por completo la importancia de ella sobre mí, y mi importancia sobre ella misma. Somos como un reflejo de la otra, un ping pong de enseñanzas y alegrías y tristezas. Lo que no debe nacer, ella dice. Me pregunto cuándo se puede saber si alguien debe nacer o no, siendo (creo que) Beethoven o Mozart ese gil que nació de una familia de ocho hijos, con hermanos sufriendo síndrome de down y cosas así. Yo no juego a ser dios ni a ser juez, pero sí que juego a otras cosas. Juego a ser gato, cada vez más, más que nada cuando uso vestido y me visto con mi sonrisa de persona hermosa. Juego a que crean que juego con la gente, juego a que piensen que soy una mente maquiavélica y una dominatriz. No sé hasta qué punto la gente cree mi juego, o hasta qué punto la gente ve que todo eso es una fachada.



Dicen que si acaso pudieses ser invisible, también serías ciego. Pero si sos ciego no sos invisible, y si nadie te ve vos podés observar mejor. Y brindar por las conclusiones.


0 tuvieron la pesima idea de hacer comments

Friday, January 01, 2010

Inspiración

A veces siento que llega, la inspiración hecha cosquillas dulces y pasa a través de mi espalda, por mis brazos, mis piernas, la parte superior de mi cabeza.
-La sentimientos pasan por el cerebro, no por una cuestión anatómica sino porque se siente que están en la cabeza, no sé a quién se le ocurrió alguna vez que se te quedaban en el corazón. Uno hasta podría pensar que están en los brazos (los sentimientos, claro) pero el pecho sólo alberga aire y estómagos. Y en los estómagos los pensamientos esperando ser digeridos hasta que llegan a la boca, para ser vomitados.-
A veces siento que llega, la inspiración hecha cosquillas dulces y pasa a través de mi espalda, por mis brazos, mis piernas, la parte superior de mi cabeza.
Mis días de inspiración literaria parecen haberse ido junto con mi amor a ciertas cosas, junto con el amor de otras personas que ya no están. La nostalgia de ver lo que antaño escribía y saber que ya no soy capaz, es tal vez más doloroso que cualquier síndrome de soledad alguna vez sentido. Todo lo que pude hacer alguna vez. Y ahora no puedo.
A veces siento que llega, la inspiración hecha cosquillas dulces y pasa a través de mi espalda, por mis brazos, mis piernas, la parte superior de mi cabeza.
Pero, no obstante, la inspiración llega y me hace sentir que tengo que plasmarla en algo. Escribir ya no parece ser la vía, creo que puedo entenderlo ahora. Debo admitir que solía ser cómodo, escribir es algo que se puede hacer en cualquier momento, con cualquier herramienta y en cualquier lugar. Pero es hora de usar otras técnicas, otros métodos.
A veces siento que llega, la inspiración hecha cosquillas dulces y pasa a través de mi espalda, por mis brazos, mis piernas, la parte superior de mi cabeza.



Esto fue lo que pinté hace ya una o dos semanas, cuando mi cerebro despertó. No creo ser buena pintando, pero creo que esto es lo que me toca ahora. Afinar los lápices, destapar las pinturas. Es hora de jugar.

1 tuvieron la pesima idea de hacer comments