A veces hablar con ciertas personas me abre las ganas de escribir cosas con sentido (al menos para mi xD)
Me pasa eso con un señor que conoci hace poco.
Toda esta introduccion viene al tema principal: la nueva concepción que tengo de Cassandra. Comenzaré por copypastear la definición googleana de Cassandra.
En la mitología griega, Casandra (en griego Κασσάνδρα, "la que enreda a los hombres") era hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya. Fue sacerdotisa de Apolo, con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, rechazó el amor del dios; éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos. Tiempo después, ante su anuncio repetido de la inminente caída de Troya, ningún ciudadano dio crédito a sus vaticinios.
Apolo amaba a Casandra pero, cuando ella no le correspondió, él la maldijo: su don se convertiría en una fuente continua de dolor y frustración. En algunas versiones de este mito, Apolo escupe en su boca al maldecirla; en otras versiones griegas este acto suele suponer la pérdida del don recientemente adquirido, pero el caso de Casandra es diferente. En Orestes ella promete a Apolo que se convertirá en su consorte, pero no lo cumple, por lo que desata su ira. Aunque Casandra previó la destrucción de Troya, la muerte de Agamenón y su propia desgracia, fue incapaz de evitar estas tragedias, tal era la maldición de Apolo. Su familia creía que estaba loca y, en algunas versiones, la mantuvieron encerrada en casa o encarcelada, lo que la hace enloquecer. En otras versiones, simplemente era una incomprendida.
Una vez concluida la guerra de Troya, durante el saqueo de la ciudad, Áyax, hijo de Oileo, encontró a Casandra refugiada bajo un altar dedicado a Atenea. Aunque la princesa se agarró a la sagrada estatua de la diosa, (bien fuera el Paladio, bien otra estatua distinta), en el frenesí del saqueo Áyax desoyó los ruegos, y la arrastró junto con la estatua. Según algunas fuentes la violó en ese preciso lugar; para otras fuentes el sacrilegio cometido por Áyax había consistido en no respetar la sagrada estatua de la diosa. Este hecho condenó al guerrero, pues Poseidón, impelido por la humillada Atenea, hundió su barco al provocar una tormenta en las cercanías del promontorio de las rocas Giras, donde Áyax muere ahogado o clavado a las rocas por el tridente de Poseidón, según otra variante de la leyenda.
Más tarde fue entregada como concubina al Rey Agamenón de Micenas. Éste ignoraba que mientras guerreaba en Troya, su esposa Clitemnestra había comenzado un romance con Egisto. Cuando Agamenón y Casandra regresaron a Micenas, Clitemnestra le pide a su marido que ande por encima de una alfombra morada, el color que simboliza a los dioses. A pesar de que Casandra le avisó que no lo hiciera reiteradamente, el Rey la ignoró y cruzó la alfombra, cometiendo un sacrilegio. Clitemnestra y Egisto asesinaron a ambos. En algunas versiones, Casandra y Agamenón habían tenido gemelos: Telédamo y Pélope. Ambos fueron asesinados también por Egisto.
Télefo, hijo de Heracles, también amaba a Casandra. Sin embargo, ella se burlaba de él y le ayudó a seducir a su hermana Laódice.
Hay versiones alternativas de la historia en las que pasa la noche en el templo de Apolo con su hermano gemelo Heleno y las serpientes del templo chupan y limpian sus orejas, por lo que es capaz de oír el futuro. Este es un tema recurrente en la mitología griega. Otras versiones sugieren que Casandra consiguió la habilidad de entender el idioma de los animales, en lugar de conocer el futuro.
dicho eso, vuelvo al tema.
Hace poco hablaba con el citado Enrra sobre mi concepto de Cassandra. Muchas veces llamo así a los denominados índigos, personas espiritualmente elevadas. Los llamo de esta manera por varias coincidencias entre estas personas y la leyenda de Cassandra, que no voy a perder tiempo en especificar.
Lo que importa ahora es la nueva concepción que tengo sobre Cassandra. Una más obvia y novedosa.
Decidí que tengo una gran voz interna que es Cassandra. De hecho creo que SOY Cassandra. En cierta manera, me pasa todo lo que le pasó a ella, con la diferencia de que yo no me prostituí por el don de la profecía. Pero creo que lo tengo de todos modos. Tal vez no de profecía, sino de ver a las personas.
Tanto como a Cassandra, no me creen. Muchas veces tampoco me creo yo misma. Y esas cosas te vuelven loca. Como a Cassandra.
Pero en ciertas ocasiones, sólo en algunas... me doy cuenta. Darme cuenta es lo mejor que me puede pasar. Me doy cuenta que mi predicción era verdad. Es un completo éxtasis. La mayor plenitud.
Algunas veces, muy pocas, siento la mayor de las mayores satisfacciones. Esa satisfacción consiste de darme cuenta que no sólo mi predicción fue acertada, sino que estoy aprovechandola.