Monday, October 24, 2011

descanso al fin

quisiera compartir un té con usted hoy. uno imaginario... me atrevería hasta a decir himaginario: humeante en maneras curvadas y marcadamente delimitadas. Un té caricaturesco de las-doce mientras oímos un bowie de fondo, tal vez incluso un lou reed. añoranza de louis y ella en la punta de la lengua. te tengo ahí? una habitación peluda y suave, como de terciopelo que olvidó afeitarse y ya deja ver pequeños -y aún prolijos- mechoncitos de pelo más-largos-que-lo-debido. no te hablo de la Antesala, claro está: te hablo de una habitación nueva, más amena, menos oscura pero más potente. como una mirada fuerte de Club de la Serpiente, pero inofensiva en fin. almohadones en el piso de los más brillantes, en colores abrazables y espesos como esos abrazos en espiral. y las tazas, de formas curiosas, conservándose humeantes de manera ya caricaturesca hace líneas atrás. el tiempo moviéndose al compás de las letras, el ritmo con la cadencia que quieras atribuirle al contarlo como cuento con las pausas que tu aliento delimite.
bienvenida al descanso; a mí descanso, al menos. tenemos paredes anchas para detener el ruido pero aún así está el ventanal, mi ventanal, brillante y notable como siempre, siendo la única obra propia que alguna vez me gustó. el ventanal te refleja y te compone al photoshop natural con la vista citadina, las luces furiosas de la noche joven incluso de un domingo avaro y perezoso. estás ahí parada, con actitud de gato-en-busca-de-bicho: atenta a todo movimiento y un suave casiimperceptible menear de cola-antena. yo sé que estás esperando que el té enfríe aunque estás bien al tanto de que, en la sala del descanso, el té siempre está a la temperatura que vos querés: casi frío, perfectamente tomable. los hábitos, sí, son cosas que nos determinan y quizás son uno de esos fenómenos en los que no solemos reparar mucho, pero, oh, han salvado y condenado a la especie tantas veces.
yo tengo la tintura bailando sobre mis folículos mientras te observo mirar gatuna compuesta con la ciudad compuesta con la noche y pienso. siempre pienso incluso cuando estoy descansando, salvo cuando pienso en no pensar. mi tintura baila y cambia de colores imitando el caleidoscopio pero de una manera más cremosa. sé que si lo tocara, encontraría en la tintura una consistencia particular de fluido no-newtoniano, como ese pastiche de agua y maizena con el que tanto hemos de limar tantas veces. siento la tentación de jugar con el fluido-no-newtoniano-tintura, pero el caleidoscopio es frágil y ciertamente indeleble... y trabajar con dedos de colores caprichosamente cambiantes sería gracioso, pero altamente inconveniente.
podría quedarme en esta sala por semanas. de verdad quisiera hacerlo: invitar a seres amenos como amigos o mascotas o transeúntes amables. Invitarles un café o un libro, compartir por un párrafo o dos la compañía silenciosa de la calma vibrante de noche dominguil. extender el fin del descanso hasta tamaños enciclopédicos: impensablemente limitados, comprimidos desenfadadamente en tomos. ningún criterio de orden en absoluto, o tal vez sí, pero orden incalculable es desorden al fin. es nuestro secreto más profundo la clave del secreto del éxito: la noción de lo que va a terminar, de una manera u otra, a tropezones pero gentil. el descanso termina, sí; es eso lo que lo hace único e irremplazable. es un trato tácito con el tiempo-letra: vamos a salir de allí. y volver algún día, en busca del terciopelo tal vez afeitado tal vez descuidado. a mirar el jardín materno, a jugar con la vieja mascota, a pintar con el pincel roto.

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Friday, October 14, 2011

tiempo

tiempo tiempo tiempo. Eterno tema tiempo arrastrándose por todos lados y arrasándolo todo con esa cansina soledad, el humo denso, la liviandad de vórtice. El mero tiempo, la idea. Todo tiempo es sólo una idea, lo sabemos! pero sin embargo se siente mucho más real que el cuento de hadas de la física cuántica. Quisiera encontrar esa clave perdida en ese lugar recóndito, para impedir que el tiempo me rodee y contamine todo lo que soy. Mi gran enemigo el tiempo. Qué idealista soy a veces... y simple: luchando quijotescamente contra el gran tiempo. Quisiera desprenderme del tiempo y del espacio (el tiempo no es nada sin el espacio y el espacio pierde relevancia sin el tiempo: con la misma cosa, la misma barrera representada de manera diferente, una para satisfacer al realista y otra para entretener al metafísico) y finalmente transportarme: no necesariamente a dónde quiera ir, no más compromisos si no hay tiempo, sino ir hacia donde suceda que vaya, sorprenderme en el aterrizaje turbulento e investigar al rededor con miedo pero ávida de aventuras. Quisiera tener un poco más de energías, un poco más de interés, pero el tiempo! la mera idea del tiempo me agota sustancialmente, como si el mismo tiempo me usara a mí de electricidad para ejecutar sus monótonos planes. En cierta manera, yo soy la CPU del tiempo. Es gracioso verlo con esa perspectiva: estás siendo la CPU del tiempo: procesándolo y ejecutándolo a cada pulso de clock. Pero debo decir que el tiempo se volvió otra vez curvo y en su rulo me trajo tanto pasado como pudo, y eso es de alguna manera simpático y de otra manera enervante... ese ridículo tiempo infuenciándolo todo con su inmunidad de incorpóreo. Me gustaría hacer un trato con el tiempo, ofrecerle muchas cosas, a cambio de se detenga por algún tipo de período (qué ridículo! el tiempo detenido por un tiempo! la alarma de paradoja suena!) que me deje ser sólo por un rato, que no lo deforme todo, que me deje en paz. Por lo que digo, creo que mi única opción es volver a ser cristiana. Y creerme la muerte.

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Wednesday, October 05, 2011

burbuja de moco mental

Entonces Humberto y yo jugamos un poco, nos recordamos y nos reconocimos cambiados y mutantes. Humberto modificado por un luthier que decidió unilateralmente quitarle el bigote y bien que hizo porque con toda esa cara lustrada ya no le queda tan bien la pinta de linyera. Yo también soy bastante una imagen lustrada, como de porcelana, hermética y sonriente. No me suena tan mal como suena, siempre hay algo atrás de las porcelanas de muñecas, y activé un poco eso de los doctores y los doctores también activaron un poco eso de las porcelanas y yo estoy algo cansada y la mano me queja porque claro el luthier enderezó la espina de Humberto y ya no es tan fácil de aplastarle las cuerdas y sacarle sonido pero ahora el sonido dificultoso es más claro y menos niño como si lo hubiera hecho madurar a golpes no como yo que sigo tan inmadura como siempre tan inconformista como a mí me gusta, de la boca para afuera porque para adentro todo es bastante parecido una cosa con la otra salvo pequeñas específicas como el mate en la cama y tener un abrazo cebado en las tostadas con manteca y yo sé que querer más es simplemente irrisorio porque cocinar sonrisas y abrazar paseos me es suficiente cuando el resto del mundo fluye sin rasparme rápido en la semana y lento oh tan lento en sábados y domingos de calma y dulzura acogotada con compromisos leves de amistad y cabellera. No sé muy bien qué escribo porque mi cerebro está bastante adormecido pero creo que todo se quiere parecer bastante a la gratitud somnolienta de la mañana y el vaso de agua y luego volver a mí y exclamar algún adecuado insulto matutino y un sombrero y tal vez cambiar la yerba o el agua y ya salir apurada al mundo porque siempre es tarde para algo y siempre hay que correr un poco porque mi ritmo es tan lento en mi mente que se detiene a degustar las luces y las texturas en lo más recóndito de los planetas debajo de la cama al despertar sin haber dormido con decapitados. Mentendés?

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